05/10/11 

Así se conoce al cáncer de mama por la influencia que ejercen la mala alimentación, el sobrepeso, el sedentarismo y el estrés.
Es probable que, para la mayoría de la gente, hablar de estrés no signifique más que un estado de alteración por sobreexigencias que “ya pasarán”.
Sin embargo, lo que caracteriza al estilo de vida actual es el estrés prolongado o crónico que tiene efectos corrosivos en el organismo. “El estrés prolongado es la causa o concausa de casi todas las llamadas ‘enfermedades de la civilización’, como las cardiocoronarias y cerebrovasculares, digestivas, autoinmunes, endócrinas, oncológicas y muchas otras”, remarca Pablo Cólica, director médico de la Asociación de Medicina del Estrés de Córdoba.
“El estrés negativo, o sea las preocupaciones que persisten en el tiempo, que nos afectan emocionalmente y que causan ansiedad, irritabilidad, tristeza y hasta depresión, problemas laborales persistentes o fuertes impactos emocionales pueden desequilibrar nuestro sistema inmunológico, producir una baja en nuestras defensas y permitir que se desarrolle la enfermedad”, coincide el oncólogo De Romedi.
“Si bien no está demostrado científicamente que las preocupaciones incrementen la aparición de tumores, es una observación en la práctica clínica, que está siendo abordada por la especialidad psicoinmunoneuroendocrinología, con el objetivo de establecer las relaciones entre lo psicológico y la aparición de distintas enfermedades”, señala el oncólogo.