Noticias médicas
22/09/11
Ya se sabía que grandes cantidades de alcohol potencian la fase del sueño conocida como Fase de Ondas Lentas (sueño profundo), y tienden a suprimir el sueño de movimientos oculares rápidos (REM, o sueño ligero) durante la primera mitad del periodo dormido. Durante la segunda mitad de ese periodo de sueño, la modalidad REM se incrementa y el sueño se vuelve más superficial.
El nuevo estudio se ha centrado en los efectos agudos que el alcohol ejerce sobre la relación entre el sueño y la variabilidad del ritmo cardíaco mientras se está durmiendo.
El alcohol afecta a la arquitectura del sueño en general. Normalmente, durante el sueño fisiológico nocturno de los seres humanos, el sistema nervioso parasimpático, vinculado a funciones propias de un estado de relajación, predomina sobre el sistema nervioso simpático, asociado a estados de mayor agitación nerviosa.
El equipo de Yohei Sagawa (del Departamento de Neuropsiquiatría de la Escuela de Medicina en la Universidad de Akita, Japón), y Seiji Nishino (del Laboratorio de Neurobiología del Sueño y Circadiana, de la Escuela de Medicina en la Universidad de Stanford, Estados Unidos, se propuso investigar cómo el alcohol puede cambiar esta relación complementaria.
A tal fin, los científicos analizaron a 10 estudiantes universitarios sanos, del sexo masculino, con una edad media de 21,6 años, quienes tomaron tres bebidas diferentes a intervalos de tres semanas. Una de las bebidas aportaba 0 gramos de alcohol (alcohol etílico, o etanol), otra 0,5 gramos de etanol puro por kilogramo de peso corporal (una dosis baja), y la tercera contenía 1,0 gramos por kilo de peso (una dosis alta).
Se comprobó que, conforme aumentaba el consumo de alcohol, aumentaba el ritmo cardíaco, y disminuía la potencia espectral de la variabilidad del ritmo cardíaco medida en cada rango de frecuencia. Además, la proporción entre bajas y altas frecuencias considerada como un indicador del equilibrio entre los sistemas simpático y parasimpático se alteró. Éstas y otras anomalías sugieren que el alcohol suprime el componente de alta frecuencia de la variabilidad del ritmo cardíaco que es un indicador de la actividad del sistema nervioso parasimpático durante el sueño.
(Foto: NCYT/JMC)
Los resultados de la investigación encajan con el hecho de que muchos alcohólicos, y también numerosas personas que sin llegar a ese extremo de adicción consumen alcohol de modo habitual, sufren de insomnio.
En general, se cree que tomar alcohol por la noche puede ayudar a dormir debidamente. Esto puede ser cierto para algunas personas que consuman pequeñas cantidades de alcohol. Sin embargo, grandes cantidades de alcohol sabotean la calidad del sueño y el papel restaurador del mismo, y esas consecuencias negativas pueden ser mucho mayores cuando el consumo es crónico.
Por eso es importante, tal como indica Sagawa, que los médicos que estén tratando trastornos físicos y psicológicos relacionados con el alcohol, tengan en cuenta lo mucho que el consumo habitual puede reducir la capacidad restauradora del sueño.